La carboxiterapia facial se utiliza principalmente para el rejuvenecimiento de párpados, reducción de arrugas perioculares y mejora de ojeras; además de corregir el contorno facial haciendo que la flacidez desaparezca.
Consiste en la infiltración de dióxido de carbono (CO2) en la zona a tratar, por vía subcutánea con una aguja muy fina, lo que lo hace prácticamente indoloro. Su introducción debajo de la piel se completa con un masaje que ayuda a distribuirlo.
No tiene riesgo de toxicidad sistémica y apenas existen efectos secundarios, pudiéndose notar una ligera y fugaz molestia en la zona a tratar.
Puede asociarse a otros tratamientos como la mesoterapia o la radiofrecuencia para conseguir un resultado final más satisfactorio.
El tratamiento se realiza en 8 a 10 sesiones, para obtener buenos resultados. La duración de la técnica en cada sesión dependerá de la zona a tratar.